Los automóviles vienen equipados de serie con claxon. Hasta ahí todo normal. Lo curioso es que suele utilizarse principalmente para expresar estados de ánimo. Támbién se usa para llamar la atención de alguien a quien podemos atropellar o al conductor que está dando marcha atrás y nos va a golpear.
Cuando era pequeño tuve que residir en pueblos algo remotos con carreteras muy estrechas. Había poco tráfico pero también escasa visibilidad en las curvas. Recuerdo que mi padre iba pitando para advertir de su presencia, ya que la línea discontínua en el centro de la carretera indicaba sólamente el eje de la vía y no garantizaba que dos coches fueran a cruzarse bien. Naturalmente, cuando pitábamos y se aproximaba otro coche al que no veíamos, recibíamos el pitido de vuelta o agradecimiento, de modo que al llegar a la curva, generalmente complicadilla, íbamos más despacio para evitar sustos.
Hoy en día, cuando circulo por carreteras del tipo que mencionamos sigo usando el claxon para advertir de mi presencia pero raramente recibo contestación. Los naturales de la zona conocen muy bien la etiqueta de cortesía pero los turistas suelen darse por avisados y no se sienten comprometidos a hacer nada como compensación. El resultado es que te encuentras a gente circulando por el medio de la carretera justo en la curva y ahí empiezan los problemas.
Los pitidos en carreteras de montaña son tan necesarios como las luces largas de noche. Mi consejo para el lector es que sea generoso y devuelva el pitido si se lo dan, que use su bocina cuando se aproxime a una curva sin visibilidad y prevea que el coche no se inscribe bien en la calzada. Como se pita tanto en ciudad, no estará de más hacerse oir en estos casos en que se trata de un problema de seguridad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario