CHAPUZAS EN POLONIA

La foto corresponde al tren que realiza el trayecto entre Cracovia y su aeropuerto internacional, un viaje de 15 kilómetros al precio de cuatro euros, bastante caro para lo que se estila en el resto del país. El mismo viaje en autobús urbano vale un euro. Ojo porque no todos los asientos van enfrentados y con el mismo espacio sino que se trata de un determinado punto del tren donde el fabricante pudo dejar sin instalar los dos asientos que vemos a la izquierda y que son contiguos a una de las puertas del tren, con lo que quedaría espacio para las maletas de los viajeros, pero prefirió colocar dos nuevas plazas que hacen imposible que cuatro viajeros ocupen los cuatro asientos. Probablemente se trate de una de las peores chapuzas ferroviarias del continente, por no mencionar que el diseño de la unidad es el mismo de cualquiera de cercanías y en ningún momento se ha tenido en cuenta que los viajeros que hacen el trayecto entre la estación central y el aeropuerto van a llevar maletas, que hay que colocar donde se pueda.

El viaje se hace en 15 minutos y sin paradas o con una única parada extra en la periferia de Cracovia. En cuanto a la velocidad, no es para tirar cohetes precisamente y nos recuerda al famoso Stansted Express, donde sencillamente se gana tiempo no parando en vez de corriendo. A favor del tren diremos que es cómodo y que no hace falta sacar billete en taquilla porque incluso te lo venden a bordo; además no hay que pagar billete por el equipaje como sucede en el autobús. La ocupación es más bien baja porque la tarifa resulta disuasoria para los locales y comparativamente alta para muchos extranjeros.

El confort de los asientos es espartano, como en casi todos los trenes de cercanías de Polonia y recuerda a los autobuses de línea que se usaban en España hace muchos años.

NUEVA AUTOVÍA EN CANTABRIA

Tradicionalmente el paso por carretera entre Asturias y Cantabria se hacía obligadamente a través del tramo Torrelavega-Solares, primero cruzando la ciudad industrial de Torrelavega por el puñetero centro y con todo un espectáculo de municipales ataviados con guantes blancos que hacía del viaje una experiencia casi circense. Luego llegó la autovía Torrelavega y después la Santander-Bilbao, de modo que la mayor parte de automovilistas escogía la ruta que pasaba cerca de la capital aunque fuera ligeramente más larga; los camioneros siguieron fieles a la antigua N-634 porque no iban a pasar de 100 km/h en ninguna de las dos rutas. Las obras de la autopista A-8 entre Torrelavega y Solares por la vía directa llevan años paradas y aún así la carretera vieja conserva muchísimo movimiento, más que nada porque el tramo entre Santander y Astillero era hasta ahora un punto de numerosas retenciones que arruinaban la ganancia de tiempo, ya que a la existencia de núcleos de población como Maliaño había que añadir la presencia del centro comercial Valle Real.

Ahora la novedad del verano ya está lista para ser usada. La nueva autovía S-30 une Peñacastillo con Heras sin pasar por los tramos suburbanos de autovías más próximos a la capital.

No es que se ahorren kilómetros ni tiempo si las dos rutas están descongestionadas, pero se distribuyen mucho mejor los tráficos, puesto que los interprovinciales dejan de interferir con los locales.  Especialmente problemático era el tramo Maliaño-Santander, en el que el carril de salida hacia Torrelavega y el de incorporación hacia Santander eran prácticamente uno solo, con lo que se hacía muy compleja la cesión de paso.

Lo único que no me ha gustado es que la vía procedente de Bilbao se une a la que viene de Santander en sentido Torrelavega de manera muy brusca, con una incorporación incómoda para los camiones.

Si tenemos en cuenta que Bilbao ya se puede esquivar por la nueva AP-8 y que San Sebastián se circunvala muy de lejos, las comunicaciones del norte disfrutan de una bien merecida optimización. Ahora queda la asignatura pendiente del tramo Unquera-Llanes y la terminación de tramos en la parte asturiana de la A-8 que conduce desde el centro de la región hasta Galicia.

Si usted es de los que lleva el navegador puesto hasta para ir al hipermercado, confíe en la señalización y apague el aparatejo, ya que no simpre se va a enterar de las últimas aperturas.