LOS CAMIONEROS YA NO TE FACILITAN EL ADELANTAMIENTO.

Ya nada es lo que era y uno echa de menos aquellos tiempos tan solidarios en los que los camioneros facilitaban los adelantamientos a los automovilistas que circulaban detrás de ellos. A no ser cuatro amigos de la vieja escuela, demasiados profesionales actuales funcionan en modo autista y se comportan de modo muy egoísta. Lo puedo contar por experiencia propia. Tras un tramo lento de curvas y subidas, los camiones se lanzan a tumba abierta en las bajadas y en las rectas y les da igual que haya veinte coches intentando adelantar y ganar tiempo. Después de las rectas donde se puede adelantar vuelven las curvas y nuevamente se circula demasiado despacio; no ha sido posible rebasar al camión porque va a velocidad máxima y tampoco es cosa de arriesgar. El camionero no se plantea una pequeña reducción para agilizar el tráfico de los demás, da igual que sean automovilistas u otros camioneros. Hay carreteras donde todavía se mantiene ese estilo de cortesía mediante el cual el camión llega a detenerse para hacer las delicias del conductor que le rebasa. Ahora ya no puedes confiar en que te vayan a poner el intermitente para avisar de que el adelantamiento es seguro; te buscas la vida y nadie te ayuda. Lo peor es cuando el primer coche tras el camión no tiene prisa o carece de capacidad para adelantar y encima va muy pegado, con lo que los que van detrás se tienen que jorobar.

Se va perdiendo solidaridad en carretera y haría falta una campaña de concienciación. Ojo porque no son solo camioneros los que actúan asi.

LA NACIONAL 232 ES UNA PORQUERÍA EXCEPTO EN NAVARRA.

Pues eso, que hay que echar un par de narices para hacer la ruta completa desde Burgos hacia Castellón por la mencionada carretera. Son 620 kilómetros muy cansados que te ahorran 30 euros en peajes y te dan más de un dolor de cabeza. Yo la hice enterita. Primero subí el puerto del Escudo y enseguida comencé la nacional en cuestión para encontrarme con que el tramo Incinillas-Oña es uno de los peores calvarios de la red viaria nacional; el trazado es pésimo y el mantenimiento es inexistente, lo cual hace casi obligatorio desviarse por Villarcayo, Medina de Pomar y Trespaderne para llegar a Oña sin dolor de cabeza. Se trata de 30 km de carretera nacional que parecen anclados en el pasado y que los habitantes de la zona evitan sistemáticamente. El tramo mencionado es bonito en paisaje pero mete miedo por otra parte. A partir de Oña tenemos una ruta aceptable y poco transitada hasta Pancorbo, donde se inicia un tramo en común con la nacional I, desde la cual se retoma la 232 en dirección Logroño. La ruta es corta, no muy rápida pero gratuita. Logroño no se circunvala sino que se cruza en trinchera por la autovía LO-20. A partir de aquí la cosa se complica porque aumenta el tráfico y el trazado es el de toda la puñetera vida con numerosas limitaciones hasta que en territorio navarro nos sorprenden con que la 232 se convierte en una autovía gratuita no muy larga y que nos introduce en la parte zaragozana. Bajamos de una velocidad máxima de 12o a los 80 km/h hasta Figueruelas, donde la autovía nos permite agilizar el viaje. Precisamente en Tudela tenemos un McDonalds y un Carrefour accesibles directamente desde la autovía.

Rodeamos Zaragoza decentemente y a partir de ahí no encontraremos más tramos desdoblados.  Los 100 km que quedan hasta Alcañiz se hacen por una nacional bien asfaltada y con algunos carriles para vehículos lentos pero con muy poco arcén, abundante tráfico, adelantamientos frecuentes y muy poco margen para corregir posibles errores. La lamentable travesía de Híjar ofrece una imagen lamentable de nuestra red de carreteras; probablemente no hay nada tan horrible en todo el territorio español.

Por cierto que en Alcañiz se puede repostar combustible en el Hiper Simply a un precio sin competencia, a pesar de que en Teruel los precios son bastante bajos en las gasolineras. Y poco después de Alcañiz se acaba lo que se daba y volvemos a una nacional sin arcenes, con numerosas limitaciones, tramos que se observan preparados para ejecutar y cubiertos de maleza; el trazado se vuelve retorcido y no volveremos a notar mejoría hasta las proximidades de Morella. El descenso hacia el Mediterráneo se hace por el enrevesado puerto de Querol, un auténtico rollazo de mucho cuidado con abundancia de camiones.

Ya es cutre que la nacional 232 llega a Vinaroz y ni siquiera tiene enlace directo con la AP-7, como si no se tratara de una ruta principal. Únicamente enlaza con la nacional 340, que impresiona bastante por su denso tráfico.

Si bien desde Haro hasta Zaragoza podemos ganar tiempo usando la autopista de peaje, desde Zaragoza a Vinaroz no hay otra solución mejor que la actual. 

Probablemente se ejecute del desdoblamiento en el tramo que une Zaragoza con Navarra, aunque a lo mejor sale más barato liberar la autopista de peaje que duplicar infraestructuras.

Lo más urgente ahora mismo es optimizar la conexión de Zaragoza con Alcañiz con la construcción de algunas variantes y la incorporación de terceros carriles. Aún así habría que concluir los tramos en remodelación inconclusa hacia Morella y ejecutar una obra de envergadura para salvar el puerto de Querol sin curvas a 20 km/h.

Ya sé que no están los tiempos para tirar el dinero pero es cuestión de vertebración territorial y de seguridad vial mejorada.

LOS DIEZ PECADOS CAPITALES DE LOS VIAJES LARGOS EN COCHE.

Dicen los sabios que no existen las comidas auténticamente gratis, ya que siempre hay que dar algo a cambio. Puede ser. Lo cierto es que en el mundo del alojamiento hay pocas cosas tan irresistibles como un desayuno gratuito o por lo menos incluido en el precio. En según qué países lo hay que pagar aparte en un 99% de ocasiones, tal es el caso de los USA o Francia. Únicamente el Reino Unido e Italia destacan por ofrecer gratuitamente la primera comida del día.

Lo de tener que pagar por desayunar no debería ser un problema grave pero en demasiados casos los hoteleros se aprovechan más de la cuenta y proponen tarifas disuasorias, más elevadas de la cuenta, con el buffet como única opción y la cafetería cerrada en el horario coincidente, de modo que si únicamente quieres un café, un zumo y un croissant, tienes que pagar diez o más euros sí o sí. Eso ya es pasarse varios pueblos y la mayoría de los mortales acaba sin desayunar o en un cafetería cercana. que se forra gracias a que en el hotel únicamente desayunan aquellos a los que la estancia se la paga la empresa. No se puede cobrar por un desayuno más que por una comida.

Recientemente pernocté en el hotel Globales de los Reyes, al norte de Madrid. Podía escoger otros hoteles de la zona pero allí me encontré con tres ventajas imbatibles. Primeramente me descontaban un 15% por hacer la reserva en el sitio web del hotel, lo que me hacía innecesario acudir a centrales de reservas. Además me regalaban la noche de garaje, que tenía un coste normal de seis euros. Finalmente. el desayuno estaba incluido en la tarifa, así que no tendría que salir a la calle para empezar bien el día. Todo ello salía por 40 euros la noche la habitación doble y es muy complicado de superar; ellos ganaron dinero y yo también. Había una oferta interesante en un AC próximo y ya iba a reservar pero pillé un cabreo indecente porque el precio ofertado se incrementaba con el IVA en el último paso de la reserva.

En España no es que se desayune muy bien que digamos. Normalmente ofrecemos productos clónicos de todos los hoteles internacionales, con los fiambres y el queso en lonchas, que muy poca gente come en casa, bollería no demasiado lograda y cafés generalmente infumables que pueden arruinar la mañana e incluso favorecer las dietas de adelgazamiento por su poder laxante. De los zumos mejor ya ni hablamos. Sí hay hoteles que brillan por su desayuno pero son los menos y hay que pagar en consonancia. Desgraciadamente los productos regionales brillan por su ausencia y se desayuna casi lo mismo en Amsterdam que en Almería.

El caso es que los clientes somos capaces de aceptar una reducción de confort a cambio de un desayuno gratis. Incluso estamos dispuestos a pagar lo mismo por un hotel de tres estrellas que por uno de cuatro si nos regalan el desayuno. Últimamente se han moderado un poco las tarifas por la consabida crisis, pero no es nada raro encontrar desayunos a quince euros cuando por ese precio puedes tomar café Jamaica Blue Mountain, zumo natural recién exprimido y croissants de confitería o trenza de Huesca, incluso pinchos de jamón ibérico.

Los hoteleros siguen sin enterarse y pretenden cobrar el desayuno a precios gamberros que enemistan al cliente con el establecimiento. Tampoco hace falta que lo regalen y casi nos conformaríamos con que lo cobraran al atractivo precio de cinco euros. Los pocos pioneros que se enrollan un poco y se evitan el gasto del camarero que toma nota de tu número de habitación se verán recompensados a largo plazo con la fidelidad del cliente, que es algo mucho más serio que la acumulación de puntitos en una tarjeta.

Lo malo de que los desayunos se vayan haciendo gratuitos es que luego habrá clientes que pretendan una reducción por no tomarlo y también hoteles con tarifas más bajas a cambio de no dar desayuno, con lo que volveríamos a la posición de inicio de la partida. La sociedad del bajo coste quiere que se cobre únicamente por lo consumido pero los hoteles pueden jugar con el desayuno para incrementar su ocupación y su rentabilidad.

Como doy mucha importancia a la calidad del café, suelo viajar con una cafetera Stracto y suelo desayunar en la habitación, con la ventaja de que lo puedo hacer en calzoncillos y fumando, cosas que no están muy bien vistas en el comedor.